123.- Hay una senda
Hay una senda
que el mundo no conoce,
hay una senda que me pudo salvar.
En Cristo tengo
la salvación de mi alma,
Cristo es la senda
que me pudo salvar.
Andaba yo por sendas extraviadas,
que con el tiempo me causaron dolor.
Arrepentido de haber sufrido tanto,
enjugo el llanto y vengo a ti Señor.
Mis familiares, amigos y parientes
fueron las gentes que yo relacioné,
me aborrecieron
por causa de su nombre
cuando supieron que yo me bauticé.
Aquel camino de tanto sufrimiento,
aquel camino que el mundo me trazó,
fue transformado
en un feliz momento
cuando mi Cristo a mi me perdonó.
123.- Hay una senda